Nuestro enfoque

Hay miles de definiciones del término liderazgo. Warren G. Bennis, pionero en el campo de los estudios del liderazgo, nos proporcionó una especialmente precisa y sucinta: «Gestiona el sueño: crea una visión convincente, una que lleve a las personas a un lugar nuevo, y luego traduce esa visión en una realidad». Sin duda, para lograr grandes cosas no sólo debemos actuar, sino también soñar (visión); no solo planificar, sino también creer (influencia y compromiso).

De acuerdo con esta definición, podemos distinguir tres niveles de liderazgo:

1. Autoliderazgo

Dirigir la propia carrera profesional y optimizar el desempeño con base en el autoconocimiento.

Este primer nivel implica asumir la responsabilidad de saber quién eres: tus intereses, talentos, fortalezas, limitaciones, valores y propósito de vida, y en función de este autoconocimiento, dirigir tu carrera profesional y personal. Cada actividad, rol o proyecto son una oportunidad para convertirte en una mejor versión de quien ya eres, optimizando tu contribución en tu búsqueda incansable de la excelencia individual. Si el liderazgo es básicamente un proceso de influencia, este primer nivel puede describirse como el proceso de influenciarse a uno mismo.

2. Liderazgo de equipos (mánagers)

Crear y dirigir equipos altamente comprometidos para desplegar la estrategia a nivel local y, al mismo tiempo, garantizar la efectividad operativa.

Este segundo nivel supone construir equipos altamente comprometidos y ágiles para lograr grandes resultados operativos de forma sostenible y, al mismo tiempo, transformar de forma efectiva la unidad con base en la estrategia de la organización y en la propia capacidad creativa e innovadora del equipo.

3. Liderazgo organizacional (ejecutivos)

Identificar e impulsar los cambios necesarios en la organización.

Este tercer nivel comporta asegurar que la organización tenga salud mañana. Significa establecer el propósito, la visión y la cultura organizativa de la organización, formular la estrategia e impulsar y gestionar eficazmente los cambios necesarios.

Así como el nivel de autoliderazgo es cosa de todos, o debería serlo, los otros dos niveles no son, ni mucho menos, para todo el mundo. Según la empresa Gallup, sólo una persona de cada diez posee la combinación idónea de talentos para llegar a ser un mánager excelente. Por otro lado, los grandes mánagers no tienen por qué ser mini-ejecutivos preparándose para dar el salto al liderazgo organizacional. Las actividades fundamentales de un mánager y de un ejecutivo son simplemente diferentes. Sólo unas pocas personas pueden llegar a ser excelentes en ambos roles. Consecuentemente, nuestro programa se estructura en diferentes módulos para facilitar que cada persona pueda alcanzar el nivel de liderazgo que mejor se ajuste a quien realmente es.